¿Si te dicen "mujer en moto" que pasa por tu cabeza?
No hace muchos días una chica de mi barrio, recién estrenados sus dieciocho años y algo ansiosa por triunfar como modelo (creo que también le sirve ser reportera dicharachera en Sálvame o programas similares), me sugirió la idea de posar para mi si le hacía unas "fotos guapas" con alguna moto de esas "superchulas" para la revista Custom Machines (cuando leo la revista la dejo en algún bar amigo y ella estuvo al quite enterándose de que la dejaba yo y quien era el autor de algún que otro reportaje).
-¡Ah! ¿qué te gustan las motos?
-si, me encantan
-¿sabes algo de motos? ¿montaste alguna vez?
-no, ni idea pero me encantan las motos, tu hazme las fotos y yo me visto como tu me digas, ya soy mayor de edad eh ¿me las darás después que quiero hacerme un book?
-claro, claro, feliz cumpleaños eh, chao chao.
Minutos después hablaba con el padre de la niña en el bar, y es que para mi lo de la mayoría de edad en estos casos no sirve de mucho, cuando deje de vivir de su señor padre igual si la considero mayor de edad, de momento no, su padre, evidentemente, me pidió que si le hacía unas fotos para la revista fuese con ropa, guapita y tal, pero con ropa, que a él no le importaba, lo que le jodía era que un montón de fulanos se hiciesen pajas a costa del cuerpo de su hija, lo tranquilicé, yo no le iba a hacer ningunas fotos aunque tuviese ocasión. La cosa es sería muy distinta si me lo pidiese una chica motera, que le gusten verdaderamente las motos (ya pasó y se lo pedí yo a ella) y, por supuesto, que sepa bien lo que hace y en que se mete, vamos, que esté bien centrada de la cabeza.
Lo curioso, es que tengo la sensación de que chicas como la que describo están en la mente de muchos cuando se habla de chicas o mujeres en moto. Me da que a algunos les cuentan "tal tía monta en moto" y ¡paf! la imagen que viene a la cabeza es una rubia o una morenaza despampanante, zapatos de tacón y bikini, y así la colega se presenta en Elefantentreffen ¡con un par de ovarios y un tambor!
El asunto no es nuevo, viene de muy viejo ya, no se inventa gran cosa poniendo a una minifaldera mostrando sus preciosas posaderas junto con el tren trasero de una buena máquina de dos ruedas o llegado el caso cualquier otra parte de su anatomía, como se puede ver la cosa ya tiene sus años.
Viajo hace años por el norte de Portugal con una pequeña Virago 535 que tuve, aproximadamente en las cercanías de Braga ¡pof! me quedo sin gasofa ¿donde coño habrá una puta gasolinera? ni idea, me pongo a hacer autostop al lado de la pequeña Arpía, al poco se acerca una moto pequeña, es una Yamaha 250 Special, la persona que la conduce viaja embutida en un traje de cordura (es primavera pero hace algo de frío). Para, le voy a hablar para explicarle la situación, me hace seña con la mano de que espere, se saca el casco y es ¡una señora! ¡una señora bastante mayor!
Me dice en una mezcla de lenguas entre las que distingo algo de frances, italiano y español que no entenderá bien mi idioma, pero que necesito y si me puede ayudar ¡es de Suiza! ¡toma ya! ¡esa señora viene rodando desde Suiza con su una moto de un cuarto de litro, tres maletas enganchadas, una mochila en el respaldo y ella.
Le explico el asunto y como no me puede llevar atrás y dejar la mochila por allí es arriesgado (supongo que lleva cosas útiles o de cierto valor), me dice que ella irá a buscar una gasolinera y me traerá gasolina, cuando está arrancando y partiendo me doy cuenta de que ni le di dinero ¿qué hago? ¿me fio de que vuelva y la espero o sigo haciendo autostop? me siento en la cuneta y me espero fumando un cigarro.
El tiempo pasa y yo no se que hacer, la mujer no vuelve, estoy a punto de volver a ponerme a hacer autostop y para un motero portugués que me dice que la gasolinera que se encontrará la señora está a unos veinticinco kilómetros y que la espere, que al poco de pasar el surtidor él adelantó a alguien en una moto pequeña que tenía maletas. Le cuento quien es la buena señora y se queda conmigo, él también quiere alucinar con esa motera que viene desde centro europa rodando en tan poca cosa.
Y ahí llega la dama de la carretera, con una bidón de los usados para el aceite de coches lleno de gasofa para mi, se baja mientras yo hecho la gasofa en la moto y le digo que no se preocupe que le pago y etc. etc. etc. Va para la costa portuguesa, quiere buscar un camping en algún lugar, le comento que yo voy hacia Barcelos, así que puedo acompañarla un rato e invitarla al menos a una cerveza o a merendar, allá nos vamos después de despedirnos del amigo portugués que seguía viaje hacia su casa que estaba próxima.
Un rato antes de llegar a Barcelos la buena mujer paró a repostar y yo también ¡me costó Dios y ayuda que aceptase que yo le llenase su depósito! parte del cual había gastado en asistirme a mi, al final lo consintió, también que la invitase a una cocacola y a un bocadillo en la estación de servicio, mientras ella comía y yo me tomaba una cerveza me contó que tenía 74 años, que hacía dos que se había quedado viuda (también soltó una lagrimita por su amado difunto que disimulo con coquetería) y que su marido le había dejado en herencia la Special 250 con la que se habían divertido mucho los dos recorriendo las cercanías de su Ginebra, que era la ciudad donde vivían y si Dios quiere aún vive ella (aunque quizás ya muy mayor), así que con un dinerillo que tenía ahorrado decidió darse una vuelta por el sur de Europa, que nunca había estado y le estaba encantando (yo no salía de mi asombro). Cuando terminamos, tras ponerse su casco sobre su cabello plateado, nos despedimos y ella siguió su viaje, la invité a visitar Galicia si le apetecía pero creo que prefirió el calor del Algarve, allí me quedé un rato, mientras la veía alejarse, pasmado con la valentía de aquella motera. Motera, con mayúscula, perdón.
No se a cual preferís vosotros, a mi cuando me hablan de moteras, o mejor dicho Moteras, así, con M mayúscula, se me viene a la cabeza aquella mujer de Suiza, o aquella otra, inglesa, de Oxford, con la que me crucé en Finlandia que a sus 76 años recorría las gélidas tierras del norte a lomos de una Bonneville acompañada de su nieta de 17 años y que siempre tenía una sonrisa en la boca, se le notaba que disfrutaba rodando con la vieja Bonnie, hasta carreras echamos por las semivacías, rectas e interminables carreteras finlandesas, y no, no la dejé ganar, aunque en la última gasolinera donde conversamos ella pensase que si (bueno una vez si le dejé).
Yo me quedo con las dos abuelillas (y no es necesario que sean abuelas ni mucho menos), más que nada, porque si en algún lugar, y Dios no lo quiera, me caigo por un terraplen, unas mujeres así pueden salvarme la vida, la niñata del principio si para, y caben muchas posibilidades de que no lo haga, se muere del susto y después del susto casi seguro que no sabe que hacer y palmo como un gorrino viendo sus preciosas piernas pero... palmo. Con las señoras a lo mejor palmo también, pero seguro que ellas harán lo posible para que tal cosa no suceda.
