De nuevo en ruta. Son cerca de las 13 horas, pero quedarnos un rato más en el albergue nos vino bien para comer algo rico rico y seguir sin tener después que parar al poco de partir para buscar algún lugar dónde comer. Como ya adelanté antes, vamos a ir a conocer al pueblo de Khamlia y sus gentes. Este poblado está a unos 10 km. de Merzouga en dirección a Taouz.
Youseff nos dijo: "¿os gusta la música africana? Pues no tenéis que perderos el ir a conocer a la tribu de Los Bambaras". Son auténticos. De verdad, no os cuento más, id y buscadlos. Estarán encantados de recibiros, siempre reciben a todo el mundo, sea la hora que sea. En cuanto os vean, saldrán de todas partes para ofreceros lo que puedan. Creo que esto fue suficiente para que estando a menos de 10 km. dejáramos pasar esta oportunidad.
Aunque es muy fácil dar con ellos, porque están en la misma carretera que traes de Erfoud, nosotros estábamos tan expectantes, que nos pasamos el poblado y casi llegamos a la frontera Argelina. Uff, que momento. Unos jóvenes, en el pueblo de Taouz, nos persuadieron para coger la pista que se coge ahí y va hasta Zagora. Cuidado con estas proposiciones. La verdad es que en Marruecos, no es extraño encontrarte con uno de estos guías postizos, que te introducen en estas zonas casi intransitables y dónde es fácil perderse, y después desaparecen. Después aparecen y te piden una propina para guiarte por el buen camino. Listos ehhh. Hala, media vuelta.
Al fondo, el pueblo de Taouz...
Ahora si lo vimos, habíamos pasado por el poblado antes!! La carretera divide el pueblo y la escuela en dos. Cuento lo de la escuela, bueno, la escuela tiene dos aulas fabricadas en adobe, una está a un lado de la carretera y la otra, al otro lado. Cuando pasamos hace veinte minutos, no vimos a nadie por las calles, claro que nosotros íbamos buscando músicos, esperando escuchar música o algo que nos llamara la atención, como no pasó nada de esto, pues pasamos de largo.
El pueblo estaba desértico, claro, al lado de Merzouga, qué si no! Pero en menos de dos minutos recorriendo sus callecitas sin asfaltar con nuestras ruidosas motos, empezaron a salir gentes de sus casas, unos que llamaban a otros y así, hasta que sin darnos cuenta, estábamos rodeados. Una gente de lo más hospitalaria y amigable.
No pudimos resistirnos a su invitación para pasar a uno de los salones dónde hacen sus actuaciones, tomar un té, charlar y deleitarnos con una auténtica actuación privada, baile incluido, porque solo estábamos nosotros.
A esta tribu, también los llaman Gnawas. Pertenecen a una minoría étnica cuyos orígenes datan de hace unos 420 años. Por aquellos entonces, el sultán de Marrakech, Ahmed Al Mansour, entró y conquistó Mali (casi ná). De allí se trajo a Marruecos como esclavos, unos guerreros sudaneses que fueron capturados en el campo de batalla.
Posteriormente, en un momento decisivo de la guerra que se traía entre manos para conseguir el control de la ciudad de Tombuctú, estos hombres, en un alarde de valor y sacrificio, echaron una mano a las tropas de este sultán. Así que el sultán, en agradecimiento, les dejó libres y les hizo formar parte del ejército que anteriormente les capturara y el privilegio de ser miembros de la guardia negra, lo que viene siendo, la guardia real aquí en España.
Los sultanes sucesores de Al Mansour, continuaron manteniendo esta guardia de gnawas durante unos 200 años.
Estos gnawas se establecieron en la vida de Marruecos y se ganaban la vida trabajando en la agricultura. Se hicieron pastores de camellos y cabras… En la actualidad, viven de su música Gnawa y de su derroche de hospitalidad.
Esté tipo de música, es una mezcla de Bambara, lenguas bereberes y árabes. Cuando actúan y cantan, mueven todo su cuerpo excepto la cabeza. A veces usan su música para ayudar a curar enfermedades e incluso para entrar en trance y viajar al más allá.
El grupo está formado por 3 laudes de cuerda, varios qraqeb, que son un tipo de castañuelas metálicas características de esta música gnawa y por varios tambores. Aunque aquí no estaban todos los integrantes.
El beneficio que obtienen con sus actuaciones, donativos de los turistas, venta de sus grabaciones, lo emplean sobre todo en el mantenimiento de la escuela, la cual hasta hace bien poco, no disponía de luz. Imaginaros, tenían unos ordenadores donados por alguna ONG y no podían encenderlos. Además, esta forma de vida también la necesitan para mantener sus tradiciones y conservar sus raíces.