19. Lourdes
No es imprescindible ni pasar ni hacer parada en Lourdes, pero la ruta pasa sólo a unos 15 kilómetros, Lourdes es un centro de peregrinación mundial (¡6.000.000 de peregrinos anuales!) y ya sólo por eso merece creo yo una cierta atención (yo nunca había estado), y sobre todo, el hecho de ser un centro masivo de peregrinos, significa que hay multitud de hoteles, pensiones, hostales, restaurantes, etc, (en Francia, sólo París tiene más hoteles que Lourdes…), y que seguro que encontraremos un sitio aunque lleguemos ya de noche (en muchos pueblos de Francia a partir de cierta hora olvídate de cenar y hasta de encontrar cama). Por contrapartida, llegar o salir a medio día de agosto, por ejemplo, debe de ser un poco estresante de masificación humana y circulatoria.
En definitiva, que conseguí encontrar el hostal que tenía reservado, y salir a dar una vuelta para llenar también el estómago por fin tras un día muy intenso (si se os complica la cena hay incluso un McDonalds salvador).
--------------------------------------------------------------------------- ---------------------------------
Por la mañana, recuperé fuerzas y dormí tanto como quise, ya que quería hacer una visita a “la Gruta”, donde llegué sobre las 9 h .
La historia de Lourdes se resume en decir que una joven campesina (Bernadette), tuvo diversas apariciones marianas (de la Virgen María), que dieron lugar a varios milagros, tan discutidos como venerados. Tales apariciones tuvieron lugar en una gruta sobre la que se construyó el actual Santuario de Lourdes, al que se dirigen católicos de todo el mundo, tanto por la peregrinación mariana en sí, como atraídos por la fama de las curaciones milagrosas del lugar, incluyendo las propiedades mágicas del agua que brota de un manantial que surgió -dice la leyenda- en una de las apariciones.
La tal Bernadette, cuyo cuerpo incorrupto (no quiero decir que fuera virgen, sino que parece ser que tras de muerta no se descompone) está enterrado en Nevers, no aquí.
[IMG]Aquí está con sus ovejitas ... (como la carmen Sevilla...)[/IMG]
Y aquí está la talla de la Virgen en la Gruta.
Sobre la que está el santuario.
Peaazo santuario, oiga.
Las muestras de agracecimiento (que empiezan hace más de 100 años) forran todas las paredes.
La cola de las sillas...
Para llegar a la Piscina.
La visita a la gruta mezcló en mí varios sentimientos diferentes. Desde el punto de vista de un no creyente, ver las colas de viejos y tullidos en sillas de ruedas (récord mundial yo creo), las tiendas de souvenirs con los neones parpadeantes para reclamar un negocio seguro, y los mil y un artilugios pensados para sacarle el dinero a los ilusionados peregrinos, no es muy reconfortante, y no puedes dejar de pensar que muchos se aprovechan de la necesidad ajena y de las ganas de creer en una solución imposible, para hacer su lucrativo negocio y sacar pingües beneficios. Caminando por Lourdes podréis pagar con gusto para ver “la casa natal de Bernadette”, la del “padre de Bernadette”, un diorama sobre “la vida de Bernadette”, y todo lo que se os pueda ocurrir… El hormigueo humano que significan 6 millones de personas anuales consumiendo y gastando en un pueblo que era de 15.000 habitantes ya lo podéis imaginar.
Éste pobre tullido preguntaba por el precio de un Cirio mediano:3 euros, le dice el vendedor/asistente, pero enseguida lo lleva a la caseta de al lado y le explica que éste otro es más grande, por 5 euros, como insinuándole que "lo suyo" es grave y que no le racanee que su milagro es más complicado... Obvio decir que el pobre hombre acabó pagando los 5 euros, pensando supongo que si no había milagro estaría toda la vida lamentándose de no haber escatimado un poco del presupuesto de la comida...
Al menos el "agua milagrosa" es de gratis...
Pero por otro lado está la cuestión del alivio, del reconfortamiento, de la esperanza, o de la verdadera fe para quien crea en ella. He visto yo también con igual incredulidad a gentes purificándose con el humo del incienso en templos de Tokio, rezando en mezquitas de Irán, o decorando estatuas con pan de oro en los templos de Bangkok. Entonces, si su fe en la creencia de un improbable milagro hace que éstas gentes (algunas de ellas desahuciadas médicamente), tengan una motivación para seguir viviendo, una postrera ilusión, un último clavo ardiendo donde agarrarse y no dejarse vencer por la desesperanza, ¿quién soy yo para censurarlo? Desde luego, nadie.
Al cabo de un rato di la visita por terminada, pues el santuario y las calles se van llenando a medida que el día avanza y las muchedumbres y yo no nos llevamos muy bien.