Día 6: Vikajarvu - Nordkapp 682kmRUTAHoy era el gran día: llegaríamos a Nordkapp. Y también llegó el frío. Ha sido cruzar el Círculo Polar Ártico y aparecer la necesidad de ponernos los guantes de invierno y en la primera parada, los forros de las chaquetas mientras nos tomamos un cafetuco, la forma más efectiva que encontramos para desayunar.
En nuestro camino para Nordkapp aparece el primer reno que se cruza por la carretera. Y si, literalmente "se cruzan":
Y de nuevo cruzamos otra frontera, esta vez para pisar por primera vez Noruega y con ella, limitar la velocidad de la moto a 80km/h durante todo el viaje.
Hay dos aproximaciones para hacer el viaje a Nordkapp: o te ajustas a sus límites de velocidad o no lo haces. Si escoges la segunda, has de saber que si pasas 10km/h el límite, te pasan una dolorosa de 3000 coronas, al cambio unos 360 euros que puedes pagar en metálico, con tarjeta... facilidades de pago, vamos. Nosotros escogimos la primera porque 360 euros nos amargarían el viaje. Pero de verdad, pasar todo un día, a 80km/h como máximo (50 en población) entre árboles, sin ver otra cosa que árboles, se hace bastante duro.
En el primer pueblo que encontramos tras pasar la frontera, realizamos el primer cambio de euros a coronas noruegas para tener efectivo a mano. Cambiamos unos 800 euros porque la idea es pagar todo lo que pudiéramos con la tarjeta. Aquí aceptan la Mastercard en muchos sitios, pero por si acaso, nos llevamos dos Visas que nos vinieron muy bien en algunos lugares en los que la Mastercard no valía. En este país hasta las chucherías se pagan con tarjeta y la gente ni siquiera tiene que firmar: el PIN se considera a efectos legales como tu firma, así que con introducir los cuatro números en el tpv, ya es suficiente. Nos llevan unos cuantos años en esto...
Volviendo a la carretera, este tramo de viaje es curioso porque se caracteriza por unas subidas y bajadas bastante divertidas, como una gran montaña rusa, con esos momentos en los que sientes un gracioso cosquilleo en el estómago al subir y bajar de repente... Además, vamos teniendo alegrías extras: ¡la primera señal que nos dirige hacia Nordkapp!
Aprendiendo la lección, a media mañana llamo al camping para reservar y no quedan hytte, con lo que nos quedamos con una habitación con baño que comparte cocina con varias mas. Comienza chispear y nos ponemos los chubasqueros, que desde este día tuvimos que usar día sí, día no...
Paramos a comer en un camping que tenía servicio de comedor y el primer día ya nos sacuden en condiciones con la primera comida: 40 euros por dos platos combinado, dos cafés y un postre.
Por el camino nos encontramos los tipicos tipis samis, donde había una nativa cantando canciones ancestrales mientras hacía un chocolate que tenía una pinta estupenda. (tipi de la izquierda). El tipi de la derecha era una tienda de souvenirs, con sus cuernos de reno, llaveritos, trolls y demás historias. Afuera hacía fresco, pero dentro del tipi hacia bastante bueno, por cierto...
En Leipovuono, a 129km de Nordkapp paramos a hacer el último repostaje y nos encontramos con gente bastante peculiar. Los moteros que bajaban de Nordkapp decían que hacía bastante frío y que había lluvia intermitente. Nos encontramos con un Ruso que llevaba 4 meses haciendo rutas por el báltico él solo con su vetusta XT. También un italiano que llevaba dos meses subiendo en bici desde Italia. El chaval estaba contento porque solo le quedaban 129km, pero se había quedado bastante escuchimizado y es que tantos kilómetros, con las bicis cargadas, el frío, el viento... es una experiencia vetada para gran parte de la existencia. Pero vimos varios, muchos que hacían la ruta a Nordkapp en bici. Verdaderos superhombres y supermujeres...
Tras algo de comida, continuamos hacia Nordkapp con mucho viento, frío y lluvia intermitente. Esos 100km se hacen bordeando la costa oeste y el terreno es muy agreste. En invierno aquí las condiciones tienen que ser muy difíciles para la vida. Para cruzar a la isla de Nordkapp hay un peaje previo a un tunel de 7km de los que la mitad son de bajada bastante pronunciada y el resto de subida. El típico sitio en el que rezas lo que sabes para que la moto no te deje tirado en medio... que está muy hondo.
Finalmente llegamos sobre las 18:00 al camping a 25 km de Nordkapp. Cenamos algo de sopa y jamón (no veáis cómo miran los Noruegos el jamón, je, je...). Tras el ágape y con las maletas vacías, cogemos carretera para llegar por fin al destino del viaje. El entorno es similar a este:
El peaje para entrar en el complejo turístico de Nordkapp por fín estaba delante nuestro y en el que por cierto, nos cobró un chaval de Mallorca...:
...y la vista desde allí sencillamente mágica (mamá, no he engordado, es cosa del traje de agua, que le hace a uno un tipín...):
Aparcamos la moto y allí estaba, tantas noches soñada, tantos días deseada, la esfera de Nordkapp:
Y como no, ejecutamos el ritual que procede en este caso: "aquí estuvimos nosotros"
En este punto, las vistas son impresionantes, con unos acantilados que cortan la respiración y sobre todo mar, mucho mar.
El lugar daba mucho juego a la vista. Hace años, antes de hacerse la carretera a Nordkapp, la única manera de llegar hasta aquí era en barco, teniendo que subir por unos riscos bastante peligrosos...
Pasamos allí varias horas paseando por el complejo, viendo las estatuas que están repartidas por el exterior. Ya dentro, emitían una película en un cine de 150º que era realmente bonita, representando cómo se viven las 4 estaciones meteorológicas en Nordkapp; totalmente recomendable. Tienda de souvenirs, cafetería, pequeña zona histórica... todo bastante orientado al turista, evidentemente. Si ya Noruega es cara de por sí, imaginaros esto. Antes de marchar quisimos ver el sol de medianoche pero estaba nublado y no se dignó a aparecer. Lo que sí apareció fue la nieve, así que sin mas dilación y con las retinas impregnadas de este maravilloso lugar, volvemos al camping.
Cual es nuestra sorpresa cuando vemos merodeando una manada de visitantes peculiares. Cámara en mano y sintiéndome reportero de National Geographic escondido por las cabañas del camping, me lanzo a por ellos. Ojo, serían las dos de la madrugada y la luz, es natural:
Tras una reconfortante ducha y con el subidón en el cuerpo por la experiencia del día, nos fuimos a la cama sobre las tres de la mañana.